La pieza perdida en un puzzle,
la que a veces es milimietradamente adecuada,
y otras por el mismo milímetro de más queda fuera de toda posibilidad.
No comprender de que depende, sentir aleatoriedad.
Querer estar, jugar y formar parte, sentir el desplazamiento.
Conformarse con el, y alejarse más.
Error, dejarse llevar por el dolor.
No sentir las fuerzas para contarle al cerebro que es algo puntual,
que debajo no hay más que una necesidad de pertenencia quizá.
El corazón se arruga y se cierran las vías de pensar.
Amanece.
Otra oportunidad.