Y de repente, aparece.
Escondido entre los arbustos de la serenidad.
Agazapado esperando el momento de actuar.
Ahora que bajo la guardia,
ahora que me dejo herir.
Ahora que algo ha cambiado,
que me vuelvo a mostrar vulnerable.
Salta sobre mi, con un apetito voraz,
miedo que había olvidado,
que había soñado en noches de lluvia,
pero que se esfumaba al despertar.
Y me hago pequeña,
me encojo mientras el se adueña de mi ser.
Soy miedo,
inseguridad que salió de los arbustos.
Me importa lo que pienses,
y tu también, y tu,
cuando mi mente debería estar en calma.
Las olas en tempestad agitan las ideas.
Me tambaleo.
No quiero, anhelo mi serenidad.