Cuando estas de pie, mirando al cielo, absorviendo la luz, escuchando tu respiración...zas!vendabal!
Te ves plegada, con la cabeza agachada, y colocada en la posición en la que ya no puedes ser una amenaza, acurrucada sobre ti misma y pensando en como hacer que los demás te devuelvan a tu posición.
Y qué hay de tus brazos?qué de tus piernas?
Qué de tu fuerza que no necesita de nadie para erguirlas y volver a sentir el viento?
Acurrucarse para protegerse, para tomar conciencia de los posibles daños y para coger impulso y levantarse. Porque no hay razón para agachar la cabeza, sino para levantarla y aprender de uno mismo, de unos mismo respecto a los demás, y de uno mismo respecto al mundo.
Ese mundo en que no podemos elegir siempre a quien tenemos al lado, pero incluso de ello podemos aprender y saber como no queremos ser.
Esculpiendo el equilibrio...